«Expresando mi amor y sentimientos a mis seres queridos, fortalezco mi relación con ellos».
En el mes de Octubre, además de la prevención del cáncer de mama, también nos enfocamos en la concientización sobre la violencia doméstica.
Cuando hablamos de violencia doméstica, estamos hablando de un problema social que afecta a personas de cualquier edad, género, raza, religión y nivel socioeconómico, que viola la integridad, seguridad física y dignidad del individuo.
Y viene a mi memoria un caso de una cliente que en sus sesiones de coaching, me contaba sobre la situación con su pareja que le hacía sentir muy mal y con muy baja autoestima, pero ella nunca pensó, que estaba siendo víctima de ese gran flagelo social que atacaba su integridad física, emocional y mental.
“Cuando no me ignoraba y me hacía sentir como una inútil, optaba por gritarme y decirme que no servía para nada. Si no aceptaba estar con él en la cama y tener relaciones sexuales, me obligaba; y si se molestaba conmigo, me culpaba de que tenía otro hombre o de que era una prostituta, entonces la pagaba con nuestros hijos… pero a pesar de todo eso, yo nunca me imaginé que esto era violencia doméstica”
Como ella, miles y miles de hombres y mujeres sufren diariamente el maltrato físico y emocional de su pareja. Las estadísticas oficiales hablan que al menos un 50% de todas las mujeres en EEUU han experimentado agresión física y emocional por parte de su pareja y 1 de cada 4 será víctima de algún tipo de abuso físico, sexual o sicológico, mientras que 1 de cada 7 hombres corre la misma suerte.
Lo más triste de todo esto es, que las mujeres que sufren de golpes y maltratos dicen que no reportan el problema porque tienen la esperanza de que su pareja algún día cambie. Y lo que no saben estas mujeres, es que aceptar y pasar desapercibido este comportamiento esperando el cambio, lo que hace es fortalecerlo y entonces el hombre se convence, de que es así como debe tratarla porque ella lo acepta.
Y la violencia doméstica no sólo viene de parte de la pareja, también viene de parte del padre, la madre, los hermanos o algún familiar. Recuerdo cuando daba clases en el Centro de Recursos para la Mujer en Phoenix, mientras facilitaba un programa de 10 semanas sobre el Proyecto Internacional de Autoestima, en la tercera semana que trabajábamos el perdón, una de las participantes al finalizar una dinámica de liberación y perdón llorando me dijo: «Yo no quiero perdonarla, yo no puedo perdonarla, lloraba mucho y entonces le pregunté: ¿A quién? y me contestó: -a mi madre-» y en ese momento mi corazón se arrugó al ser testigo de una historia de quién sabe cuántas niñas a muy temprana edad, quienes han sufrido al igual que esa mujer en su niñez.
Una triste historia de una madre soltera, también víctima del maltrato y el irrespeto, sin educación y conciencia suficiente como para pensar en la carga y responsabilidad que representaba tener 8 hijos y, obligadamente tener que salir a buscar el sustento diario, por no tener el apoyo, dejaba a su hija mayor de 10 años cuidando a sus hermanos pequeños, además esta niña, debía cocinar, limpiar, alimentarlos y, adicionalmente tenía que lavar la ropa y planchar. Pero cuando la madre llegaba en la noche y la niña no había terminado los quehaceres del hogar, recibía el castigo de su madre pegándole la plancha caliente en la espalda, como manera de hacerla culpable y consciente de sus obligaciones para que no se le olvidaran. Esa niña nunca habló, hasta tener casi 40 años de edad, en ese taller, donde por primera vez pudo expresarlo sin miedo, aunque con mucho llanto y dolor.
Y pensando en estos dos casos y muchos otros que he podido escuchar y de los cuales he sido testigo, me hago la pregunta ¿Cuál es la responsabilidad que tienen los padres cuando traen al mundo a sus hijos?
Y es definitivamente imperante que nos aboquemos a educar y concientizar sobre el tema, a apoyar a muchos de esos padres a sanar sus propias historias y memorias personales, a aceptarlas, porque a veces hay que ver lo que pasó, traerlo a la luz y simplemente seguir adelante y hacerlo diferente con los hijos. Porque cuando los padres no tienen resueltos sus propios problemas y situaciones de la infancia, todo ese dolor y rabia, se lo transmiten inconscientemente a los hijos, creando un círculo interminable de dolor, castigo, culpa y maltrato, que la mayoría de las veces ni siquiera saben las causas.
Es tiempo ya de que nos hagamos responsables de acabar con este horrible mal que vive la humanidad y podamos tener derechos como seres humanos de ser amados, respetados, valorados y protegidos por nuestros seres queridos, en vez de ser maltratados y abusados.
Para reportar algún tipo de abuso, puede llamar a esta línea gratuita (1-800-ABUSE) para recibir ayuda en todo el territorio de USA.
También pueden conseguir más información sobre educación y prevención: www.nrcdv.org quienes ofrecen una gran variedad de herramientas e ideas para apoyar a la comunidad.
Se parte activa en la educación y ayúdame a compartir esta información.
Amor y Luz
María Alejandra Celis
(305) 9657055